
En su adultez, Paulina realizó giras internacionales donde compartió escenarios con grandes figuras de la música internacional como Alci Acosta, Roberto Carlos, El Greco, Los Panchos, Lola Flores, Los Visconti, Daniel Santos, Rocío Durcal, entre otros. Después se convirtió en la embajadora del folclore ecuatoriano y latinoamericano, y visitó países como Argentina, Perú, Colombia, Brasil, Venezuela, Costa Rica, México, Canadá y Estados Unidos.
Vida Familiar
Paulina viene de una familia de músicos. Su mamá María Luisa Cevallos es sobrina nieta del compositor Víctor Manuel Valencia Nieto y como dice la artista, “los genes vienen por ahí”. Son siete hermanos (4 mujeres y 3 hombres), de ellos cuatro cantan. Paúl Tamayo tiene una orquesta llamada ‘Zandunga’, Tony Tamayo es cantante de música cristiana y Fausto, su hermano mayor, es general de la Policía.Paulina recuerda que cuando era niña a su casa iban algunos músicos a ensayar con su hermano Fausto, porque toda la familia pensaba que él sería el cantante. “Mi mamá cuenta que cuando yo tenía cinco años, yo siempre estaba ahí molestando para que me hagan cantar y nadie me paraba ‘balón’, entonces un día, un músico le había dicho a mi mamá ‘dejémosle a la niñita que cante’. Como yo le escuchaba ensayar a mi hermano el albazo ‘Pajarillo’ empecé a cantar y todos como ‘condoritos’ para atrás, porque me sabía la canción entera”, señaló en una entrevista.
En su casa sólo se escuchaba música nacional. “Mi mamá nos hacía levantar y dormir con la música de Olimpo Cárdenas, yo creo que ahora los niños han de decir ‘me hacen dormir y acostar con Paulina Tamayo”.
Trayectoria
Empezó su carrera profesional a los cinco años en Radio Éxito, en un concurso interpretando música ecuatoriana, donde fue premiada con el título de ‘Artista profesional’. Luego la enviaron a concursar en Colombia, justo en el puente de Rumichaca, en un festival de aficionados colombo-ecuatoriano, ahí ganó el concurso y le otorgaron también el título de ‘Artista profesional’.
A los seis años le escucha cantar el actor ecuatoriano Ernesto Albán, Don Evaristo, quien le llama a formar parte de su Compañía, donde se mantuvo 15 años. “Don Ernesto Albán es alguien muy importante en mi carrera. Una vez me dijo que cuando el talento está aquí (refiriéndose a la garganta) no hace falta enseñar los senos y piernas”, contó.
En la Compañía de Ernesto Albán tuvo como sus primeros maestros a los Miño Naranjo, Trío Los Reales, las Hermanas López Ron, el Trío Serenata, Pepe Jaramillo, Héctor Jaramillo.
De niña grabó tres discos de 45 revoluciones y cuatro LP de 33 revoluciones, el primer LP lo hizo en Lima, Perú, a los 9 años, invitada por la Embajada ecuatoriana en el vecino país, ahí hizo unas presentaciones con Chabuca Granda.
Los primeros temas que interpretó fueron ‘Imploración de amor’, ‘Fe perdida’, ‘Mentiras’ y ‘Callecita de amor’, todos compuestos por su madre.
Ha incursionado en varios géneros, porque en la época que vivió en EE.UU, no podía subsistir solamente cantando música nacional. Trabajó algún tiempo con una cadena de hotel y tenía que hacer música internacional, entonces cantó boleros, cumbia, valses, entre otros, “pero sin duda mi pasión es la música nacional”.
Julio Jaramillo
(Guayaquil, 1935 - 1978) Cantante ecuatoriano. Conocido con los apodos de El Ruiseñor de América y Míster
Juramento, Julio Jaramillo es considerado el mejor cantante
ecuatoriano de todos los tiempos. Sus canciones, que hablan de amores y
desencuentros,
calaron profundamente en el público que se reflejaba en ellas.
Muchos consideran a este cantante como uno de los símbolos de la
identidad nacional. Las melodías que popularizó, entre las que
cabe mencionar De cigarro en cigarro, Alma mía, Interrogación, Odio
en la sangre, Te odio y te quiero, Carnaval de la vida o Cuando llora mi guitarra, todavía se escuchan en las radios
de Latinoamérica.

Junto con Pepe, su hermano mayor, y contra la
voluntad de su madre, comenzó a cantar en casa del músico Toapanta.
Realizó sus estudios en la Filantrópica y en una escuela fiscal, bajo la
dirección del maestro Lauro Dávila, precisamente autor del pasillo Guayaquil de mis amores. Terminada la primaria, se empleó en una zapatería de calzado para mujer, y luego como barnizador de muebles.
A los diecisiete años ya era conocido por su
hermosa y cálida voz, y participaba en programas de Radio Cóndor. En
1950 se unió con dos amigos y se dieron a recorrer los pueblos de
Esmeraldas y Manabí cantando en trío. En alguna oportunidad se vio
obligado a volver a su oficio de zapatero para sobrevivir. A pesar de
los reproches, castigos, lágrimas y ruegos de su madre, no fue capaz de
dejar su vida bohemia y parrandera.
Con la grabación de su primer disco, Pobre mi madre querida (1954), en dúo con doña Fresia Saavedra,
su nombre comenzó a ser conocido. A éste le siguieron el pasillo Esposa (1955), en dúo con Carlos Rubira Infante. El
salto a la fama se dio en 1955 con su vals Fatalidad, que
fue difundido por todas las radios del Ecuador y por las principales
emisoras
de otros países. La grabación de esta canción marcó el inicio de
su carrera formal y de su reconocimiento. Su consagración
internacional llegó con el bolero Nuestro juramento
(1957), momento en que realizó varias giras por América Latina:
comenzó un
peregrinaje por Ecuador, Colombia, Perú, Argentina, Uruguay y
Chile. Al regresar a su país, fue detenido y llevado a cumplir el
servicio
militar.
Vuelto a la vida civil en 1960, siguió con su
carrera, alcanzando actuaciones de hasta cuatro meses consecutivos en el
cine Guayas de Guayaquil, con lleno completo. Participó en la película Romance en Ecuador
y en otra rodada en Argentina. En 1965 se radicó en Venezuela, desde
donde realizó giras triunfales por México, Puerto Rico y toda América
Central. Grabó en dúo con Daniel Santos, Alci Acosta y Olimpo
Su última gira internacional tuvo lugar por Estados
Unidos y Canadá. Los escándalos de su turbulenta vida también eran con
frecuencia noticia. Varias veces fue apresado y casi siempre por
problemas de mujeres o por incumplimiento con el Tribunal de Menores.
Además de haberse casado cinco veces, tuvo hijos con otras mujeres, que
llegaron a sumar un total de veintiocho. Nunca negó sus orígenes
humildes, se mostraba generoso, despilfarrador del dinero con sus
amigos, y prototipo del machismo porteño.
A su regreso al Ecuador en 1975, cansado,
envejecido prematuramente y carcomido por la cirrosis, fue abucheado en
una actuación en su ciudad natal porque su voz ya no era la de antes. En
los últimos años tenía un programa en Radio Cristal titulado "La hora
de J. J.", de cuya propaganda a duras penas sacaba para vivir.
No obstante, cuando Julio Jaramillo murió, el
pueblo lo consideraba todavía como el gran cantante, lo cual contribuyó a
que en torno a él se tejiera la leyenda. Muerto a la edad de tan sólo
cuarenta y tres años, sus restos recibieron una despedida como ningún
otro personaje popular ha conocido en Guayaquil, pues se calcula que
fueron acompañados por unas 250.000 personas.
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